20141102

JÁLOGÜIN

La fiesta de los monstruitos
31 de octubre, Jálogüin hasta en la sopa

Por
Néstor Gorojovsky

La tradicional fecha pagana de los brujos y las hadas maléficas repta furtiva, para terror de todos, entre las hendijas de una cultura argentina cada vez más capturada por las escalofriantes fantasías del imaginario anglosajón.
Esas fantasías están por todas partes, uranio empobrecido de un tiroteo permanente a la sensibilidad popular. En vez de ráfagas, vienen por tandas. En vez de fusiles, las escupen los medios de comunicación. En vez de francotiradores, nos las disparan los publicitarios.
Así que allí está ahora, quizás para quedarse, la fiesta de los monstruitos, triste recordatorio cultural de que somos más semicolonia que nación independiente.
En el país de la mulánima y el familiar, entre otros demonios de factura propia (por no hablar de la Hormiga Negra, del Turco Traidor y seres, ay, demasiado reales), la publicidad nos trae cabezas de zapallo y sábanas al viento.
No asombra a nadie que cualquier pibe sepa que Halloween no se dice "A-lo-güe-en", que es el modo natural en que lo deberìa pronunciar segùn las normas de lectura correcta que se les imparten en las escuelas. Todos saben que más allá de cómo se escriba, se lee "Já-lo-güin". Primero escuchamos y vemos, después aparece la palabra escrita, que pasa a adquirir el valor de un pictograma: cada vez más el alfabeto pierde su contacto con el habla cotidiana.
No es culpa de los docentes, entonces, que haya tantas faltas de ortografía entre nuestros jóvenes, sino de la intención uniformadora mercantil de una publicidad desaforada a la que nadie pone riendas. Enseñar a escribir bien es una tarea que compone dos lugares comunes: a brazo partido y contra viento y marea.
(Le doy la derecha en esto al por otros motivos infumable Jorge Asís. Su intento de imponer el castellano en todo el orbe de la publicidad estaba predestinado al aborto bajo las condiciones del menemismo que le pagaba, pero tenía razón, apuntaba para el lado de la justicia.
Vaya uno a saber, además, si pícaro como es, no lo hizo para ser echado en un pequeño escandalete...)
Ahora bien: esto pasa en el mismo país que en otros tiempos, con mayor independencia cultural, no se avergonzaba de rebautizar los "blue jeans" como "bluyines"... y obligar a los publicitarios a aceptar esa grafía popular y esencialmente correcta.
Eran otros tiempos, efectivamente: heredábamos una cultura popular dinámica y abarcativa, capaz de absorber lo extranjero sin desnaturalizarse. Ahora, después del medio siglo de contrarrevolución antinacional iniciado bombásticamente con la masacre de la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, algo de la letra con sangre entró.
Así que cuando escribimos Halloween, todos sabemos de qué se trata.
Nos invaden, efectivamente, los monstruitos.


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